El reaccionar cuando vemos a un perrito en la calle sin importar si tiene dueño o no, es algo que nos sale de la manera más natural y amorosa para los que tenemos esa doble porción de cariño hacia los peluditos cuadrúpedos. El acercarse y pretender acariciar a un perro o gato en compañía de su dueño pareciera ser un reflejo del cual nos dejamos llevar con toda la precaución y siempre teniendo en cuenta no invadir el espacio que el animal está dispuesto a proteger al lado de su amo.

Sin embargo, en ocasiones somos nosotros como dueños de las mascotas los que presenciamos la típica escena en la cual un derroche de amor y caricias acompañan las palabras cariñosas de una o varias personas que se acercan a saludar a nuestros perritos, pero ¿Qué hacer cuando en vez de recibir unas palabras amables hacia tus mascotas recibes comentarios hirientes, peyorativos o de mal gusto? 

Honestamente, no tenemos una respuesta para esto, pero si te sirve de algo y te sientes identificado o identificada, podemos contarte nuestra experiencia de lo que hacemos cuando estas cosas nos pasan.

 

 
París es nuestra princesa Bella


Ella es nuestra amada París, su historia ya algunos la conocen, la adoptamos cuando tenía 3 meses de edad de una casa donde los dueños se habían ido de vacaciones y la olvidaron dejándola encerrada en un baño en medio de su comida, heces y orina, fue solo después de ponernos en contacto con ellos que se acordaron de su mascota y a la distancia decidieron dárnosla en adopción. Ella es una señorita de 8 años de edad, y al igual que nos puede pasar a nosotros los humanos, la vejez trae consigo cambios físicos inevitables, como subir de peso, que el cabello cambie y no sea como el de antes, dolores articulares, en fin, la lista con los años se va haciendo más larga.


Particularmente a ella le ha afectado el sobre peso, tiene varios kilos de más de su peso ideal, tema del cual nosotros como sus humanos estamos enterados y al tanto, pero al parecer la apariencia física de nuestra amada París es la excusa perfecta que encuentran algunos fulanos con aires de opinólogos que piensan que tienen la libertad y el derecho de venir a compartir sus desagradables comentarios, los cuales preparan en tiempo récord pensados única y exclusivamente en hacer de la figura de París un tema de burla, rechazo y opiniones que jamás nos han interesado escuchar.

Por supuesto que el 99% de las ocasiones hay quienes se acercan de una manera diferente, con un cariño sincero y sin el menor ánimo de ofender, le dicen “gordita” mientras la acarician con amor, nosotros sabemos cuando la intención es honesta y respetuosa, lo cual siempre vamos a agradecer y nos parece tierno.

El punto es que el saber sortear estas situaciones y no dejar que estos comentarios nos afecten es importante, sobre todo si queremos que los paseos siempre tengan un final feliz, o por lo menos nos ayuden a desarrollar una madurez que nos permita pasar de largo “los discursos desagradables” y tener la paz mental que tanto buscamos al final del día.

La Empatía
La empatía se define como la intención de comprender el estado emocional del otro, ponernos en sus zapatos, tratar de entender que sus sentimientos y sus reacciones son producto de algún tipo de impacto emocional que por lo general suele ser desagradable. Es por esta razón que dividimos en dos esta situación tan incómoda, una parte pertenece a los opinólogos que por alguna razón que no sabemos se permiten dar su opinión sin que se la pidan, y, por otro lado, están los dueños de las mascotas que son afectados por comentarios que no estaban listos para escuchar en medio del paseo diario con sus perros.

Para los opinólogos
Hoy en día el criticar la apariencia física de las personas se ha vuelto tan común que aún fuera de las redes sociales pareciera que también tenemos el poder” de soltar un comentario sin el menor de los reparos, dar like o dislike si es que nos place, todo esto sin pensar en las personas que deben detenerse en medio del día a día para comenzar a limpiar la superficie de su autoestima salpicada con la melcochuda, densa y desagradable opinión de alguien más, los opinólogos jamás se detiene a pensar las razones que llevaron a esa persona a subir de peso, por qué está tan delgada, por qué se ve tan cansada, al parecer no viste a la altura de lo que consideran “tener buen gusto” o en la posibilidad de que esas personas están a gusto tal cual como lucen.

A veces ignoramos por completo las problemáticas de las personas, los conflictos internos por los que puedan estar atravesando, haciendo que aun su aspecto físico sea el menor de sus problemas, tal vez una enfermedad de la que no es fácil hablar, o un metabolismo que no es fácil de controlar, a lo mejor después de muchos meses o años sigan buscando la manera de continuar con sus vidas sin la persona que aman, sea porque se halla marchado o se halla ido para siempre, en fin, las posibilidades pueden ser casi infinitas.


Después de luchar con tantas cosas en sus vidas, las personas que disfrutan el cuidar y tener una mascota como parte de su familia buscan esos momentos de quietud en soledad o en comunidad para pasear junto con sus peludos de 4 patas, y finalmente tener un momento de calma y tranquilidad; con certeza podemos decir que lo último que quieren es escuchar un comentario denigrante o sarcástico entre risas y chanzas acerca de, según ellos, el peso ideal, el tamaño, la forma, la higiene, lo educado, la salud, la raza y la procedencia de sus perros.

Por favor, si usted cree tener la idea de que a las personas les gusta conocer o saber la opinión que usted tiene acerca de cosas tan personales como las que hemos mencionado, tenga la delicadeza de hacer una pausa y pensar nuevamente si esa persona le interesa por lo menos el saber su opinión acerca de lo que tiene para juzgar, criticar o menospreciar acerca de su apariencia física o en este caso acerca de su mascota (Nos referimos al tema en cuestión, la crítica destructiva, por supuesto que debemos pronunciarnos ante una situación de maltrato o algún tipo de vulneración de los derechos de las mascotas, no solamente es necesario sino una obligación moral).

Le decimos desde Bellcher que para esa persona no es de su interés el saber su opinión o sus comentarios, resérvelos para usted mismo, y permítase meditar en las posibles razones por las cuales una mascota pueda tener algún aspecto diferente al que usted encuentra como “el ideal”, tal vez esté atravesando por una enfermedad, o sea recientemente rescatado de una vida de abandono, tal vez tenga predisposiciones genéticas, o simplemente el aspecto de dicha mascota sea así, y punto. Una manera empática de acercarse con un interés genuino para conocer acerca del estado actual de dicha mascota podría ser conversar con su dueño, preguntarle por su historia con el animal, este tipo de acercamientos no solamente puede despejar sus dudas, sino tener interacciones saludables y enriquecedoras para ambas partes, el socializar sanamente le hará una persona más respetuosa con los demás y por qué no, más feliz.

Para los dueños de mascotas
Si tienes una mascota que es propensa a recibir críticas constantes debes pensar en lo siguiente, en ocasiones las personas imprudentes suelen estar en ambientes tóxicos donde reciben humillaciones sutiles todo el día todos los días, y a veces tienden a comportarse de la misma manera con los demás, a diferencia de los opinólogos podemos tomar una actitud empática e interpretar su condición como el resultado de eventos desafortunados que lo llevan a cometer este tipo de actitudes, no sabemos las razones que lo animen a criticar a tu mascota, pero si podemos decidir firmemente el no caer en su juego, aunque podría parecer una buena idea responder con groserías y vituperios, una respuesta más adecuada sería el no reaccionar a sus “chistes” ni tampoco sentarnos en la silla del “espectador” para escuchar una opinión que nadie le ha pedido, estas personas siempre van a querer un público que acepte ser espectadores de sus “interesantes” intervenciones, no prestes tus oídos para esto, no vale la pena, casi siempre al tratarse de los opinólogos, el silencio y la desatención es la mejor respuesta que puedan tener para darle un valor de cero a sus comentarios.

¿Por qué tomarse el tiempo de responder de una manera tan "zen"?
Según los estudios publicados en AERA Open, la prestigiosa revista de la Asociación Estadounidense de Investigación Educativa. Hicieron una investigación liderada por la profesora Patricia Pendry asociada del Departamento de Desarrollo Humano de Washington (WSU), en donde hizo partícipe a 249 estudiantes con los que demostró que acariciar durante 10 minutos a un perro o a un gato baja de forma significativa los niveles de la hormona del estrés, el cortisol. Es por esta razón que en esta época de tanta presión social, estrés y bombardeo de cargas innecesarias es muy importante el saber aprovechar todas las ventajas que además de disfrutarlo un montón tiene el pasear, acariciar y caminar con nuestros peludos de 4 patas que tanto amamos, tener la firme decisión de saber manejar cualquier tipo de situación que pareciera ser la antagonista del día y pretendiera quitarnos esos minutos de paz junto a nuestra mascota.

Por supuesto que desde Bellcher solo proponemos el hacer de una situación incómoda una oportunidad provechosa para aprender a disfrutar cada instante como dueños de mascotas sin importar las circunstancias desagradables que puedan presentarse al pasear a nuestros perros, nada vale más que la paz y el bienestar tuyo y el de tu mascota. El saber reaccionar ante situaciones como las que hemos comentado no solamente pueden servir como lecciones propias de madurez emocional sino también para que los opinólogos tal vez puedan comenzar a practicar el guardar silencio o el sentido común de la prudencia, ya que a estas personas les queda como anillo al dedo esa frase celebre de antaño que dice: "Es mejor permanecer callado y parecer tonto, que hablar y despejar todas las dudas"

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